Bulevar de capitanes (opinión Carlos Miraz)

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La Feria del Libro, el escritor Walt Whitman y las hojas de nuevas lecturas que nos aguardan

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Bulevar de capitanes

Circula estos días por las redes un vídeo en el que alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid tributan un cariñoso homenaje a un querido profesor que se despide de las aulas para iniciar su jubilación. Y lo hacen rememorando la emotiva escena final del film El club de los poetas muertos poniéndose en pie sobre sus pupitres y recitando el primer verso de ¡Oh capitán, mi capitán!, el famoso poema que Walt Whitman escribió en homenaje y recuerdo de Abraham Lincoln.

Probablemente si preguntásemos al azar a cualquiera de los ciudadanos que estos días visitan la Feria del Libro por el célebre autor de Hojas de hierba, cuyo bicentenario conmemora la Muestra, podríamos darnos por más que satisfechos si lo identificasen como tal. Pero quizá tuviéramos algo más de suerte con el verso de referencia. Y a lo mejor hasta alguien nos diría cómo nuestro capitán yace sobre la cubierta «fallen, cold and dead». Ningún sitio mejor que la avenida de otro gran capitán para recordar esta composición, con rima y ritmo, que paradójicamente es una de las más populares de quien pasa por ser uno de los campeones del verso libre. Y que cierra, a modo de apéndice adjunto, la última versión de su obra maestra, la citada Leaves of grass, un conjunto de poemas que Whitman incrementaba, suprimía o corregía constantemente (de doce en la primera edición a varios cientos en la última) en su afán de llegar a un lector al que, en un momento determinado, le dice: «Si no das conmigo al principio no te desanimes, si no me encuentras en un lugar busca en otro, en algún sitio te estaré esperando...».

Una colección cuya primera edición no llevaba ni su nombre, ni el de su editor y cuyas creaciones carecían de título, aunque, eso sí, incluía un retrato del autor. Se ve que, al final, este no pudo resistir un anonimato tan acusado. Y es que, aunque sus exégetas tiendan a disculparle, Whitman, quien además de trabajar como tipógrafo profesional también practicó el periodismo, fue un aplicado propagandista de sí mismo, bien escribiendo autoelogios en recensiones sin firma, bien propiciando textos favorables en periódicos amigos.

Barajando capitanes y anonimatos es curioso constatar que Los versos del capitán, una de las obras maestras de Pablo Neruda, también aparecieron de modo anónimo en una edición limitada de 44 ejemplares. Neruda, que escribió una oda a Walt Whitman y que comparte con él temáticas como la Naturaleza, el amor carnal, el canto a lo americano y la pasión por la libertad, probablemente quiso evitar que la autoría de esos poemas, fruto de una relación furtiva, fuese conocida por su mujer, de la que luego se separaría. Solo años más tarde reconoció la paternidad de la obra. Y si Whitman invita a sus lectores a buscarle, Neruda les dice a los suyos que algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente se encontrarán a sí mismos y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de sus horas. Otro grande de la literatura continental americana, Borges, que también hizo y rehízo varias veces sus primeros libros de poemas, no solo dedicó varios años a traducir Hojas de hierba, sino que también escribió diversos ensayos y hasta un soneto sobre el norteamericano, fascinado por su obra.

No está mal recordarle estas mañanas de una primavera que a veces hay que ayudar a traer, pero que este año nos ha llegado tan descarada a la hora de hacer florecer el azahar como casquivana deshojando --ella también-- la margarita de las lluvias sobre una de sus dos víctimas favoritas: la Feria del Libro. La otra son los desfiles procesionales (aunque aquí siempre quepa tratar de obtener una cierta garantía de seguridad encendiendo velas a la Virgen). Primavera que, también como casi siempre, evoca brisas republicanas y recupera estos días, para bien, memorias de exiliados, silenciados y desaparecidos. Ya se sabe que los idus que se llevan repúblicas en marzo las traen de nuevo en abril (si bien este mes caen en trece) y que entre el morado y el violeta transitan toda clase de caminos, desde los reivindicativos de género o los de la representación popular hasta aquellos que se diversifican en variedades florales imperiales o escalan esencias divinas.

Celebremos que la Feria también nos traiga, junto a las de Whitman las hojas de nuevos libros. Y, lo que es más importante, las primeras de muchos autores que, muy probablemente sin saberlo, hacen honor con ellas a otros famosos versos suyos: «No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber (...) no dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo (...) aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre...». Tampoco está mal recordarlos en época de elecciones. Ni a él en una ciudad que entiende mucho de grandes capitanes.

[publicado en diario CÓRDOBA 4/4/2019]