ENTREVISTA a REMEDIOS ZAFRA. Escritora, ensayista e investigadora

Imprimir

«Vivimos malos tiempos para la verdad y para todo lo que exige pausa»

Pilar Montero. 09·04·23

 

Alberga tantos reconocimientos en su trayectoria que cuesta destacar alguno, aunque ganó mayor visibilidad a partir de El entusiasmo, premio Anagrama de Ensayo. El motivo de su conexión con público y crítica radica en su ojo clínico para desentrañar los claroscuros de la contemporaneidad, pero también en su sensibilidad literaria; aquella que, confiesa en esta entrevista, desarrolla influenciada por su Zuheros natal.

En 'El entusiasmo' denuncia la precariedad del ámbito cultural, pero parece haber más artistas que nunca, ¿o es un espejismo?

Que haya muchos también tiene que ver con esta precariedad. Por una parte, apostar por profesiones motivadoras relacionadas con el mundo cultural y creativo es un estímulo para las personas. Sin embargo, muchas de estas profesiones se consideran fácilmente sustituibles y esto contribuye a alentar cierta devaluación. De otro lado, esos trabajos suelen llevar implícita vocación o pasión creativa, lo que esconde parte de su ambivalencia. Me refiero a cómo el entusiasmo que moviliza a muchos creadores es usado por quienes saben que lo que se hace por pasión es probable que termine haciéndose de todas maneras. Es la baza de la que se valen quienes instrumentalizan ese entusiasmo a bajo coste, argumentando que muchos ya «se sienten pagados» por la oportunidad de crear, mostrar, actuar, recitar, compartir sus creaciones. Esa injusta pero habitual asociación contribuye a legitimar como suficientes pagos pequeños, pagos simbólicos, vanidad o meros reconocimientos a estos trabajadores, cada vez más en forma de visibilidad. En un mundo que se ha convertido en escaparate de sujetos-producto, la proliferación de creadores y de personas que reclaman la oportunidad de compartir su obra es algo creciente.

"El sistema crea el espejismo de elección en aquello que nos viene impuesto"

La industria también se vale del arte para perpetuarse, ¿cómo se puede romper ese bucle?

La teórica Martha Rosler destacaba cómo «hoy en día la creatividad aparece a la vez como el lenguaje de la autonomía y como el lenguaje de la dominación». Y pienso que esta idea tiene que ver con lo que sugieres. Hace tiempo que la industria se apropia de las formas creativas para propósitos comerciales, es decir, para vender modelos de vida creando símbolo y valor desde las marcas. Es una de las bases del capitalismo. Sin embargo, a diferencia de la creatividad hipotecada al capital y al marketing que hoy predomina, existe otra creatividad que nace de la libertad de quien no busca vender o sentenciar, sino crear libremente, experimentar, hacer el mundo pensativo, desasosegar, ayudar a romper esos bucles e inercias que nos tratan como seres encarrilados y no como humanos que se hacen preguntas, que dudan, que reclaman su derecho a cambiar, a ser. Es la paradoja contemporánea de la creatividad, su potencia cuando se ejerce desde la libertad, a diferencia de su domesticación al servicio de un sistema que termina por convertirla en impostura, en lema de una camiseta.

¿Vivimos cada vez más influenciados por la ficción?

Vivimos en mundos mediados por pantallas, donde las hemos normalizado olvidando que son lentes, es decir, pasando por alto que todo lo que nos muestran acontece en un marco de fantasía. Pasa entonces que lo que allí vemos puede ser simbólico, real o ficción en distinto grado pues los límites son cada vez más confusos. La manera en que la inteligencia artificial permite, por ejemplo, manipular imágenes y cambiar rostros (el Deep fake) a las escenas realistas que circulan libremente, generan un magma de irrealidad en el que cada vez será más complejo vivir. Nunca está del todo clara la veracidad de lo que vemos, pues la circulación masiva refuerza la confianza dada a la audiencia en lugar de la credibilidad que antes venía de contextos o fuentes científicas o periodísticas con garantías. En un mundo digital convertido en mercado, este es un gran riesgo. Pienso que la precariedad en el periodismo afecta muy negativamente a este escenario, pues contribuye a primar las publicaciones bajo visiones productivas sin que necesariamente se garanticen los tiempos y procesos de verificación y autenticidad. La información fluye sin que quede claro si es desinformación o ficción. Las audiencias mandan y, en todo caso, la posible enmienda o rectificación posterior nunca tendrá la misma audiencia. Vivimos malos tiempos para la verdad y para todo lo que exige pausa. Esto interpela duramente a la sociedad hacia un giro de responsabilidad, ralentización y sentido, donde los marcos de verdad sean cuidados. ¿Qué suerte de locura sería vivir en un mundo donde todo está bajo sospecha de ser ficticio?

"Si no bajamos los ritmos productivos, se pone en juego la salud de la especie y el planeta"

Defiende la necesidad de reducir los ritmos laborales para incitar a la reflexión, pero parece algo imposible, ¿cómo juega el sistema con nuestro tiempo?

El sistema crea el espejismo de elección en aquello que nos viene impuesto y se apropia de nuestros tiempos convirtiendo el aliento, no en vida o descanso, sino en tomar impulso para seguir trabajando. Hay mucho en juego si no bajamos los ritmos productivos. Riesgos de salud para las personas, para la especie y para el planeta. La sociedad lleva dando señales desde hace tiempo, clamando lo invivible de las vidas de las clases medias y bajas cuando nos descubrimos proyectados, sin freno, hacia la productividad; buscando mejorar salarios y condiciones entre crisis concatenadas, cuando sentimos que todos nuestros tiempos están hipotecados al trabajo, a la preparación del trabajo, a la búsqueda de trabajo, a la mejora del trabajo o a la gestión de la vida para compaginarla con el trabajo. Es habitual anteceder nuestras conversaciones de un «no tengo tiempo». Especialmente cuando los trabajos vienen cada vez más en las pantallas y las pantallas siempre están con nosotros. En este sentido, la digitalización tiene un grandísimo margen de mejora, pues ha normalizado que nos convirtamos en autogestores de cada tarea o servicio, convirtiendo en lastre lo que se nos vende como flexibilidad. Una vida sin tiempos libres, de descanso, sin tiempos liberados de producción, de conexión, de gestión es menos vida. Y esto pasa desapercibido porque, con la tecnología, los trabajos se han vuelto más líquidos y fundidos con la cotidianidad.

¿Estamos perdiendo la capacidad de conectar con el otro? ¿Y el pensamiento crítico?

Si los tiempos están cedidos de antemano al trabajo, los intercambios con los otros se hacen más mecánicos y estratégicos. Sin tiempos para improvisar, para dudar, jugar, hacernos preguntas, distanciarnos y extrañarnos ante lo cotidiano, nos hacemos seres más previsibles, cargados de respuestas y comportamientos casi automáticos y predecibles, aquellos que mejor toleran los ritmos que llevamos. Es sumamente difícil escuchar y conectar más profundamente con los otros, pero especialmente es más difícil cambiar e innovar, cuando el mantra que predomina prima cantidad e impaciencia, «más en menos», con miedo a dejar esos vacíos imprescindibles para disentir, para pensar, para toda conciencia que se diga crítica o realmente pensante.

"El periodismo puede ser uno de los trabajos más vulnerables por la inteligencia artificial"

En 'El bucle invisible' aborda la apropiación de los algoritmos de nuestras decisiones a través de las pantallas, ¿cómo cree que afecta al periodismo?

El mundo mediado por pantallas depende de los algoritmos y el periodismo, en tanto trabajo singularmente documental y apoyado en datos, está especialmente afectado. De un lado, el periodismo tiene el grandísimo cometido de crear contexto de verdad y de ética allí donde prevalecen lógicas de valor que buscan anteponer el poder de la audiencia. De otro, el periodismo precisa contrarrestar los prejuicios sobre las lógicas algorítmicas que la mayoría tiende a presuponer inocentes y neutrales por venir de las máquinas, cuando están igualmente programados por humanos, con sus sesgos, tanto explícitos como involuntarios, y por la influencia de intereses diversos. Es curioso observar cómo el periodismo puede ser uno de los trabajos más vulnerables por las nuevas formas de inteligencia artificial, pero al mismo tiempo debiera ser el más reivindicado y cuidado como trabajo humano no precario que garantice verdad y contexto allí donde la supervisión humana y ética es más que nunca esencial. En el mundo en ciernes, la apuesta por trabajos que primen y cuiden a las personas antes que el beneficio del capital será clave.

¿La cultura del algoritmo también incita a la espectacularización de la guerra y de las crisis humanitarias?

Todo lo que es valorado con las lógicas de la audiencia, que equipara lo más valioso a lo más visto, corre el riesgo de ser espectacularizado y frivolizado. Como consecuencia, las tragedias se normalizan y se traducen a números, a veces descontextualizadas, a veces integradas en las ficciones, un fragmento de la guerra en Ucrania, entre una película de la II Guerra Mundial y un videojuego, inmunizándonos ante una vida saturada de imágenes que difícilmente nos zarandean. Pero sobre el asunto de la cultura algorítmica cabría acotar. En principio, los algoritmos están pensados para ayudarnos a responder nuestras preguntas y búsquedas pero sin olvidar que lo hacen de acuerdo a determinados propósitos, ya sean monetarios, comerciales, sociales, ¿éticos?. Saber cuáles son ayudaría a responder tu pregunta. Por otro lado, cuando son generativos, se retroalimentan de lo que ya circula en la red y aquí entran en escena varios factores, como si en lo que circula está incluido lo ya creado por la propia inteligencia artificial, favoreciendo que fragmentos y combinaciones en muchos casos ficticios o difícilmente identificables en su veracidad se mezclen como fuente para esas futuras respuestas. Es algo inquietante entender este escenario y requiere gran responsabilidad social para crear normativas y marcos de acción que supervisen dicha cultura.

El ecologismo y el feminismo parecen los grandes temas de esta época, ¿cree que lograrán cambios sistémicos duraderos?

Tienen que hacerlo. La justicia social está implícita en el feminismo, que reivindica algo tan sencillo e importante como la igualdad entre las personas. Los cambios iniciados en esta línea son un punto de inflexión y están transformando el mundo, pero precisan solidaridad y resistencia para asentarse. El ecologismo es supervivencia para los seres humanos. Si queremos que nuestra especie y planeta tengan esperanza, debiera ser más bien un mandato. No obstante, como todo lo que es tratado superficialmente o como mera moda, ambos corren el riesgo de ser estetizados y tematizados. Y esto sería terrible pues la igualdad y el planeta son asuntos en los que nos va la vida, posiblemente las causas más dignas por las que crear lazo e implicación social.

¿Echa de menos la tranquilidad de Zuheros?¿Vuelve a menudo?

No se echa de menos lo que no se abandona y Zuheros es para mí más que mi pueblo, es mi raíz con las personas con las que he crecido, con la vida, con la poesía, con la educación pública y con un horizonte de posibilidad de quien entiende la vida desde el compromiso con la mejora social. Diría que mi pueblo es parte orgánica de mi cuerpo hilado a los cimientos de las casas y a las ramas de los olivos, como algo inevitable, que no se puede elegir, que siempre está y te acompaña. La casa donde nací y las casas donde murieron las personas que más he amado, donde viven mi familia y amigos, donde reposa el cementerio que nos hilvana como comunidad a esa tierra. Todo esto es algo que nunca desaparece y tiene que ver con el valor íntimo de los lugares que nos conforman, de una cultura que te punza y que te identifica, de algo profundo y auténtico. De echar de menos, lo hago cuando pienso en Zuheros cuando yo era niña junto a mi hermana y amigas. Entonces casi todo era descubrimiento y belleza. Ahora viajo a Zuheros con frecuencia pues allí están mis padres y mi casa pero apenas suelo pasar tiempo allí pues, a mi pesar, mi vida se ha vuelto nómada y complicada. Sin embargo, mi sensación es la de seguir habitándolo la mayor parte del tiempo, pues allí transcurren la mayoría de mis sueños, es como si mi imaginación tuviera la estructura de sus horizontes y caminos.

"El ecologismo y el feminismo corren el riesgo de ser estetizados y tematizados"

¿En qué autores o autoras actuales encuentra lucidez?

En la contemporaneidad encuentro más perturbación que lucidez.

¿Cómo habita en el ámbito de la literatura?¿le ha traído satisfacciones?

Habito la literatura con pasión, como algo que pareciendo fruto de las pocas decisiones que la vida nos permite tomar, tiende a ser lo verdaderamente necesario e irrenunciable. En ese contradictorio poder de sentir que una decide escribir, cuando se sabe íntimamente imprescindible como agua u oxígeno para vivir. Saber que en la escritura y en la lectura puedo encontrar un sentido vital para comprender mejor el mundo que vivo y para intervenir en él me hace cuidar esos tiempos, buscarlos, protegerlos y sufrir cuando la vida los boicotea y reduce al mínimo. Las satisfacciones que me ha traído no son tanto materiales, sino esa epifanía de aceptar la literatura como razón vital y sentido, y en esa convivencia sientes que te daña y te salva al mismo tiempo.

¿Cuál es el acto cotidiano en el que encuentra una mayor revolución?

Escribir.

 

[Entrevista publicada en diario CÓRDOBA el 9/abril/2023]