La escritora Sara Mesa presume de «Mala letra» en Córdoba

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La autora presentó su último libro de relatos breves, en los que cuestiona los tópicos y reta al lector.

sara mesa-abcEn una carta dirigida a su amigo Oscar Pollak, Franz Kafka escribió: «Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? Un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro». Así describieron ayer los miembros de los clubes de lectura de la Red Municipal de Bibliotecas el efecto les produce que la literatura de Sara Mesa, en un encuentro enmarcado en la 43ª edición de la Feria del Libro de Córdoba en el que acompañaron a la autora para desentrañar los secretos de su creación literaria.

La escritora madrileña, afincada en Sevilla desde su infancia, tituló su último libro (de relatos cortos) «Mala letra» porque considera que resume su concepción de la propia escritura: libre, auténtica y fiel a la voz propia, al margen de modas y directrices, con un punto de rebeldía. Esa reflexión se recoge en uno de los relatos que componen la obra, y en el que la narradora lamenta no poder contactar ahora con el profesor que, en el colegio, le auguraba un futuro de analfabetismo por no saber coger bien el lápiz. Ahora podría decirle que, ironías de la vida, ha acabado por convertirse en escritora.

La pregunta sobre el componente autobiográfico de sus creaciones era obligada. Mesa aprovechó la cita para explicar que, para ella, lo autobiográfico no tiene que ver con los hechos sino con las sensaciones. «Apenas hablo de mi vida, pero sí lo hago de todo lo que me ha rodeado durante toda mi vida», afirmó. Absorbe historias ajenas pero cercanas, se retrae al pasado como fuente de inspiración: «La niña que fui, la adolescente que he sido», y todo lo que ellas vivieron.

Empoderamiento literario
Desde su decepción con autores que no desarrollan en profundidad sus personajes femeninos, que los insertan en la historia «como palanca que hace actuar al personaje masculino», reniega en sus relatos de las figuras tradicionales de la madre, de la mujer cuidadora. Se esfuerza por poner en cuestión tótems sociales estáticos con tanto peso como el de la familia, mostrando «todas sus aristas y costuras, la sobreprotección, la culpa», y trata con respeto al lector. «A mí no me gusta que los autores me entreguen sus historias como una papilla, por eso las mías exigen al lector un esfuerzo para rellenar los huecos» con los que Mesa, deliberadamente, entrena la imaginación y la suspicacia de su público. Mala letra mediante.

[publicado en diario ABC 18/4/2016]