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Víctor del Árbol: "No hemos hecho como sociedad una reflexión sobre de dónde venimos"

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El barcelonés, que fue mosso d'esquadra desde 1992 hasta 2012, presenta 'La víspera de casi todo', la obra con la que ganó el Nadal, ambientada en la Costa da Morte.

victor-del-arbolLa Feria del Libro recibe hoy a Víctor del Árbol (Barcelona, 1968), que presentará a las 19:00 la novela con la que ganó el premio Nadal el pasado enero, La víspera de casi todo (Destino), sobre el pasado que siempre vuelve y unos personajes que quieren volver a empezar.

-¿Qué le lleva a esta historia?

-La víspera de casi todo es una novela a la que llevaba mucho tiempo dando vueltas. Quería escribir una historia sobre la identidad, sobre cómo somos y por qué somos así, la influencia que tiene el pasado en nosotros, la niñez, la adolescencia..., y sobre todo cómo eso muchas veces nos impide avanzar hacia el futuro. Esa es la tesis de la novela. Hay una frase de mi padre que dice: "No se puede andar hacia delante mirando hacia atrás".

-Un elemento fundamental es el escenario en el que está ambientada...

-El grueso de la novela transcurre en una noche en la Costa da Morte. En ese pequeño pueblo y esa pequeña atmósfera he querido recrear todo el universo de los personajes que llegan partiendo de lugares distintos. Vienen de Argentina, Portugal, Barcelona..., y todos confluyen en Punta Caliente, un pueblo que me he inventado un poco a lo Macondo y que conjuga muy bien el carácter y la atmósfera de la Costa da Morte, que tiene mucho que ver con el estado de ánimo de los personajes. La Costa da Morte es una tierra muy dura, que no hace ningún tipo de confesión, pero al mismo tiempo muy hermosa. Tiene esa connotación de fin del mundo, de que más allá no se puede ir a ninguna parte. Yo hice una metáfora con la vida de mis personajes: tú te puedes pasar toda la vida corriendo, escapando de algo, pero llega un momento en que ya no puedes correr más y te tienes que dar la vuelta y enfrentarte a lo que te persigue o saltar por el precipicio.

-Una obra sobre el peso del pasado en un tiempo marcado por el peso de un presente cada vez más frenético...

-Está bien vivir la circunstancia del momento, pero siempre pienso en Ortega y Gasset cuando hablaba del hombre-historia. Tenemos un pasado y ese pasado nos condiciona. Para entender lo que somos es necesario entender lo que fuimos y ver en qué momento, si es que fue así, nuestra vida se torció y por qué. Eso lo podemos aplicar también a la sociedad, al funcionamiento de los pueblos. El tema de la memoria colectiva es muy recurrente en mis novelas, en las que hago un paralelismo entre la memoria individual y la memoria de la sociedad. Muchas veces, si nos parásemos a pensar de dónde venimos entenderíamos mejor nuestras circunstancias históricas, las crisis, que siempre son cíclicas y que si se repiten cada cierto tiempo es porque no hemos sabido corregir las causas. No hemos hecho como sociedad una reflexión sobre de dónde venimos.

-¿Cómo es su proceso como escritor a la hora de elegir una historia, apostar por ella y desarrollarla?

-Hay una parte de intuición y una parte de necesidad. La necesidad en el caso de esta novela era hablar de la identidad, por una reflexión y una serie de circunstancias personales que me llevan a plantearme qué tipo de hombre soy, en qué tipo de hombre me he convertido. La parte intuitiva tiene que ver con el hecho de que las historias siempre están a tu alrededor y solo es cuestión de observar: no hay malas historias, simplemente hay que saber elegir el punto de vista. Esto muchas veces funciona por casualidad. Para mí, en este caso, fue el encuentro con una señora en Málaga, con motivo de una presentación de una de mis anteriores novelas. Una señora de la alta sociedad malagueña que me habló de sus sueños incumplidos, de que siempre había querido ser escritora. Le dije que lo intentara pero me respondió que, por sus circunstancias, no podía. Eso me hizo pensar que muchas veces decimos "no podemos" cuando en realidad queremos decir "no queremos". A partir de ahí empecé a construir esta historia y creé una serie de personajes que alrededor de la misma idea tuvieran distintos puntos de vista. Me interesan las novelas corales, poliédricas.

-¿Qué ha supuesto el premio Nadal en su trayectoria?

-Un antes y un después. A nivel personal ha sido la confirmación de que siempre existe ese momento mágico en la vida en el que parece que todo encaja. Mi ilusión siempre ha sido ser escritor y el premio Nadal te hace sentirte escritor, ya no por la promoción o las ventas sino porque de repente pasas a formar parte de ese grupo de escritores que están en tu educación sentimental. Te sobrecoge estar en ese palmarés porque te das cuenta de que a través del premio Nadal, de los escritores que lo han ido ganando, se puede explicar la historia de la literatura contemporánea española. Siento orgullo y felicidad por la gente que lleva viendo cómo peleo por mi sueño desde que era un chiquillo.

-¿Cómo está siendo el contacto con los lectores a raíz del premio y la publicación de la novela?

-Muy bueno. A mí me gusta mucho el contacto directo, soy muy activo en redes... Lo que pasa es que antes yo tenía una capacidad para controlar mi tiempo, para charlar con la gente, tomar un café..., que he perdido. Pero en la medida que puedo sigo yendo a bibliotecas, institutos, clubes de lectura..., sobre todo porque yo aprendo también. Yo escribo desde la soledad una historia que quiero contar, pero lo maravilloso de la literatura es que hay tantas historias como lectores: cada uno lee en función de su esperanza personal, de su estado de ánimo... Muchas veces gente que te lee te abre puertas como escritor que te empujan a la reflexión. Esa interacción directa con el lector va mucho más allá de la crítica, la reseña o el estudio técnico, va mucho más a la emoción, que es lo que me interesa.

-¿Cómo ve el panorama de la narrativa española?

-Soy muy optimista viendo la gente que está saliendo ahora. A mí por ejemplo me ha dejado fascinado Jesús Carrasco. Viajo mucho por el extranjero y entiendo que se valora mucho el nervio narrativo que tenemos ahora, que está muy involucrado en la situación social que vivimos. España ha dado un giro como sociedad a partir de la crisis, en el sentido positivo: hay mucha más implicación, es como si estuviéramos un poco dormidos y nos hubiéramos despertado. Esto yo lo noto en la narrativa actual, en la manera de contar historias que tienen mucha garra, mucha energía. Escapamos del adocenamiento, de esa literatura que es simplemente entretenimiento, y vamos hacia una literatura más profunda y reflexiva.

[entrevista publicada en EL DÍA de Córdoba 19/4/2016]