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Inés Martín Rodrigo: «Llega un momento en que nos tenemos que mirar en el espejo de nuestro pasado»

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La escritora y periodista de ABC cuenta en 'Las formas del querer' una historia ficticia en que se ha filtrado mucho de su pasado y su vida

Luis Miranda
CÓRDOBA Actualizado:01/05/2022 08:30h

Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) tiene ahora el reto de estar a la altura de las oportunidades del premio Nadal, que recibió en enero. Periodista y redactora de la sección de Cultura de ABC, presentó ayer en la Feria del Libro de Córdoba 'Las formas del querer', publicado por Planeta.

¿Las letras son un refugio para quien escribe, como se dice de la protagonista de su obra?

Siempre. Desde luego lo son para Noray, para la protagonista de 'Las formas del querer', y lo son para mí. Para mí siempre han sido la literatura, las letras, los libros, las palabras escritas y leídas mi mayor refugio, de ahí que terminara convirtiéndome en escritora.

Creo que además no es un refugio excluyente. No creo que sea sólo para los que nos llamamos escritores, sino que son un refugio para todo el mundo. Eso es un hecho que ha quedado demostrado durante los dos últimos años que llevamos de pandemia. Fíjese que la literatura, los libros, han sido el único sector cultural que ha salido reforzado o que por lo menos no ha salido mal parado del todo.

Usted ha entrevistado a grandes autores y leído gran parte de la mejor narrativa. ¿Condiciona a la hora de exigirse a una misma?

No, no. Piense que una siempre escribe el libro que le gustaría leer. Es evidente que aquellos libros que a una le gustaría leer son los libros escritos por sus grandes referentes literarios. En mi caso, sobre todo madres literarias con las que ahora, casualidades o causalidades de la vida, estoy compartiendo el Nadal: Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y tantas otras. En cualquier caso, esa presión creo que se convierte en ilusión de poder llegar a escribir algún día un libro parecido en algo a las maravillosas obras que ellas escribieron. Nunca nos debemos dejar condicionar por la presión, por el miedo al fracaso.


Inés Martín Rodrigo entre las casetas de la cita literaria del Bulevar - RAFAEL CARMONA

¿Ha notado cómo le ha cambiado la vida?

Ya lo creo, y me ha cambiado para bien, es evidente. Por las circunstancias vitales que he atravesado desde muy pequeña, desde mi adolescencia, yo tengo muy claro que la vida uno tiene que disfrutarla, y que cuando se presentan momentos bonitos, una tiene que disfrutarlos. Y si no lo hiciera estaría cometiendo un terrible error y estaría siendo muy necia, porque una tiene que aprovechar esos momentos, y porque ya vendrán los malos. A mí el Nadal me ha cambiado la vida y espero estar a la altura de las circunstancias, sobre todo a la altura de las expectativas. Creo que lo estoy siendo, porque la respuesta de los lectores está siendo inmejorable, maravillosa.

¿Qué ha tenido de catarsis la escritura de esta obra?

Ha sido total y absolutamente catártica la escritura. Hay heridas que nunca se cierran y tienes que aprender a convivir y a sobrevivir con ellas, como aprendes a vivir con esas ausencias, que están tan terriblemente presentes en tu vida. Me he reconciliado con una parte de mi pasado muy dolorosa, muy oscura, y la escritura de esta novela ha iluminado esas zonas sombrías y ha sido posible enfrentándome a, no diré demonios, a esa parte de mi pasado a la que sólo podía enfrentarme escribiendo, realizando un ejercicio memorialístico a través, ojo, de la ficción. Porque esta novela no es autobiografía, no es autoficción, pero sí es cierto que en ella se han filtrado muchas cosas de mi pasado y de mi vida.

«Los libros han sido el único sector cultural que ha salido reforzado tras la pandemia, porque son un refugio»

El relato de la protagonista termina en manos de Ismael, su antiguo amor, ahora casado con otra mujer. ¿Habla de oportunidades perdidas?

Me remito a una frase de uno de los personajes de la novela, a una frase que dice Tomás el abuelo de Noray: «Sólo te arrepientes de lo que no haces». La vida te da no sólo segundas oportunidades: la vida te está dando oportunidades permanentemente y hay que saber aprovecharlas. En el caso concreto de la relación entre Noray e Ismael, o en ese triángulo amoroso que se establece entre ellos y Estrella, el lector, a medida que vaya avanzando en la novela irá descubriendo que todo pasa siempre por algo.

¿En qué medida los antepasados inmediatos nos explican cómo somos?

En todo. Yo soy lo que soy porque me han enseñado a serlo, y quien me ha enseñado a serlo han sido mis abuelos, mis padres, pero me remonto a generaciones anteriores. El poso de todo aquello que quienes forman parte de nuestro legado familiar fueron también está en nosotros, permanece en nosotros. Ya no se trata sólo de nuestro presente, sino de nuestro futuro. La única manera de poder encararlo con la certeza de estar siendo fiel a lo que es uno es hacerlo sin dejar de mirar al pasado. No desde la nostalgia, que a mí me parece una manera torticera de evocar el pasado, sino desde la certeza de que somos lo que somos porque otros lo fueron antes.

¿Ycuándo el recuerdo no siempre es bueno, qué se puede hacer?

Ahí le corresponde a cada uno hacer un ejercicio de introspección, que yo he hecho al escribir esta novela. He atravesado una serie de vivencias muy traumáticas que han hecho que durante mucho tiempo mi relación con ese pasado familiar no fuera tan buena como lo es ahora. Pero llegó un momento, sobre todo en los peores meses de la pandemia, cuando escribí el grueso de la novela, en que lo único que no me fallaba era mi pasado. Me enfrenté a él. Llega un momento en las vidas de todos nosotros en que nos tenemos que mirar al espejo de nuestro pasado. Eso es inevitable. Luego cada uno verá el reflejo que le devuelve y cómo cada uno se relaciona con ese reflejo y qué uso hace de él. El uso que yo he hecho ha sido esta novela y mejor no me puede haber salido.

[publicado en ABC Andalucía 1/mayo/2022]