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La Córdoba de Paco Solano

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«Era 1976, ya se había muerto Franco y en los quioscos ya no vendían el silencio de la dictadura sino la apertura de la Transición»

CÓRDOBA, 30·04·23

Manuel Fernández (autor de este arctículo) y Paco Solano, durante el acto celebrado en la Feria del Libro de Córdoba.. CÓRDOBA

 

A Córdoba nadie le puede robar el mes de abril porque ahí comienza ese tiempo en el que la ciudad se aparece como el cúmulo de bellezas que contienen tanto sus patrimonios de la humanidad como esos espacios de encanto casi perdido, como el Huerto Hundido, donde se esconde el alma de Córdoba. Quizá por eso ha sido en abril, en la Feria del Libro, donde ha llovido como siempre aunque menos, donde Paco Solano Márquez ha presentado su libro Córdoba insólita, en su cuarta edición, como resumen de un tiempo donde la belleza, con talante de fiesta, comienza a bailar en Córdoba vestida de gitana hasta finales de mayo, cuando junio hace la maleta camino de Fuengirola.

A Paco Solano lo conocí contando la vida -lo mismo que sigue haciendo hoy-, en la puerta de mi casa de Villaralto, cuando preparaba una serie de reportajes para el CÓRDOBA que luego se convertirían en su primer libro: Pueblos cordobeses de la A a la Z. Me sacó en el reportaje. Sería por 1975 o 1976, cuando yo había terminado de estudiar Filosofía en Salamanca. Entonces Solano llevaba patillas y bigote, a lo Íñigo, como correspondía a un comentarista musical al que oía todas las mediodías en mi casa, cuando en La Voz de Andalucía hacía un programa para melómanos modernos. La siguiente imagen que recuerdo de Paco Solano es en la Plaza de Colón, él, periodista del CÓRDOBA y yo de El Correo de Andalucía. Era 1979 y veníamos de cubrir un pleno municipal del Ayuntamiento de Julio Anguita.

La tercera remite a tiempos de paro. Y a oportunidad, circunstancias, trenes que pasan, y casos insólitos que te ocurren en la vida. Creo que fue en Ciudad Jardín. Me ofreció -se me había acabado ya el contrato de El Correo de Andalucía- pertenecer a la plantilla del todavía en ciernes periódico La Voz de Córdoba, del que él era el director elegido. Y con él me embarqué en la aventura del periodismo moderno en Córdoba, donde trabajé, además de con Paco Solano, con Sebastián Cuevas, Ignacio Cid, Ricardo Rodríguez Aparicio, Antonio Mozo Vargas, Rafael Camacho y Paco Luis Córdoba. En esa época, 1980, Paco ya había publicado Pueblos cordobeses de la A a la Z, La provincia de Córdoba en el bolsillo, Visita al Palacio de Viana y pequeña historia de su reivindicación y, sobre todo, al menos para mí porque es un clásico que debería reeditarse como retrato de una época, su famosa Guía secreta de Córdoba, editada en Madrid, que fue la primera revolución escrita de una Córdoba hasta entonces no contada.

Mesa redonda durante la presentación del libro de Paco Solano. Natalia Román

Era 1976, ya se había muerto Franco y los quioscos y librerías ya no vendían el silencio de la dictadura sino la apertura de la Transición. Solano siguió escribiendo libros, todos con el denominador común del nombre de Córdoba como protagonista. Eso, además de dirigir colecciones de envergadura científica, como los 5 tomos de Los Pueblos de Córdoba, los 4 de Córdoba capital y los 3 de Colección Córdoba, todos ellos distribuidos por el Diario CÓRDOBA en los tiempos en que los periódicos ofrecían, además de noticias, tazas de café, cuberterías, azulejos o botes de aceite. Claro que los medios informativos eran todavía casi empresas familiares, no existía la concentración mediática ni se hablaba de fusiones de cajas de ahorro, cuyo patrocinio permitía ciertas generosidades para con los lectores.

Después, a partir de 2012 publicó Córdoba, de la bicicleta a la vespa, Historia de la Caja provincial de Ahorros, Córdoba es patio, El resplandor de la inocencia y Las cruces de mayo entre flores y copas. Una de las conclusiones a las que puede llegarse después de leer el libro de Paco Solano es que Córdoba es una ciudad reinventada continuamente -en aquel 2009 de la primera edición de este libro nos estábamos reinventando la del 2016, un fallo que desembocó en el País Vasco- y que las únicas verdades que han permanecido -aunque con notables remiendos- son la Mezquita y el Puente Romano. Bueno, y San Rafael, pero la divinidad es inescrutable.

Y otra conclusión es que quienes mejor han sintetizado esta ciudad de «milagros, devociones, secretillos, prodigios, cuentos, leyendas, tópicos, contradicciones y otras curiosidades» son Teodomiro Ramírez de Arellano y el propio Francisco Solano Márquez Cruz, autor de este retablo de vida y circunstancias que será consultado por las generaciones venideras para saber de esa Córdoba viva que no sólo está en la sesuda investigación de historiadores universitarios sino también en las tertulias y mentideros de calles, bares, sacristías, peñas y peroles. La Córdoba del mes de abril.

[publicado en diario CÓRDOBA 30-abril-2023]